Tras
estas palabras se esconde una operación quirúrgica a la que muchos
tenemos realmente pavor. Sin embargo, a día de hoy, sigue practicándose
en muchas clínicas veterinarias de forma rutinaria (para espanto general
de los amantes de los felinos…).
Para entender el porqué de esta reacción deberíamos empezar desde el principio.
Desungular es, ni mas ni menos, que eliminar las uñas del gato mediante el corte de la última falange (dedo) del gato.
Los
gatos son animales digitigrados, esto quiere decir que caminan
apoyándose solamente en las puntas de los dedos, a diferencia de
nosotros, que somos plantígrados (apoyamos todo el pie). Este hecho, tan
trivial, no lo es tanto si pensamos que absolutamente toda su anatomía
(tendones, músculos y huesos de patas y columna vertebral) están
adaptados a este punto de apoyo. La uñas de los gatos son retráctiles,
lo que significa que están habitualmente recogidas hacia dentro, como en
una especie de “saco” o funda epitelial junto a los dedos y pueden
sacarlas hacia fuera. De hecho, algunos tendones y músculos de las patas
del gato tan sólo pueden ejercitarse sacando las uñas.
Además
las uñas de los gatos no son como las nuestras. Sus uñas forman parte
del hueso (el hueso de la falange distal). La uña crece a partir de la
cresta unguicular y el proceso unguicular de la última falange. La
mayoria de las celulas germinales (son las células que se diferencian en
otras células) que producen la uña se sitúan en la parte dorsal de la
cresta.
¿Esto
que quiere decir? Pues que para eliminar la uña de nuestro gato, hay
que eliminar la zona de donde “crece” la uña (de otra manera al cortarla
volvería a crecer), es decir, hay que cortas desde la
cresta, es decir, TODA la falange distal del dedo. Esto implica,
además, eliminar los ligamentos unidos a la falange y los tendones.
Osea, la operación quirúrgica no tiene nada de sencillo, ya que hay que
eliminar hueso, tendones y músculo de 10 dedos, nada menos que 10
amputaciones. Para que veais un gráfico:
Paso
de poneros horripilantes imágenes veterinarias sobre este proceso, que
pueden encontrarse muy fácilmente por la web. De hecho, ésta es la única
manera de eliminar las uñas de un gato, y sólo cambia la manera en que
las cortan (con guillotina, láser…).
Si
has leído todo lo anterior, te darás cuenta de que eliminar la parte
donde, precisamente el gato se apoya para andar supone un gran trauma
para el animal. Para empezar, es obvio que tendrá que volver a aprender a
andar!!! Ya que su punto de apoyo ha sido eliminado. Y aprender a andar
sobre dedos mutilados no tiene que ser agradable.
Contrariamente
a lo que mucha gente piensa, la desungulación no es una operación
sencilla “de rutina” como podría ser la esterilización. Para empezar
supone anestesia general y como ya hemos dicho, varias amputaciones de
los dedos del animal. Cuando el gato despierta de la anestesia, aunque
se le dan fármacos, el animal siente dolor (ya que el trauma esquelético
es grande) y además siente que “algo” ha perdido (ya que como hemos
dicho su anatomía está adaptada a andar sobre los dedos). Por otro lado,
y más importante, la cantidad de operaciones de desungulación con
efectos secundarios es muy grande: casi la mitad de ellas surten con
complicaciones post operatorias, ya sean físicas (infecciones en las
falanges, problemas articulares u óseos, problemas al andar, problemas
en los músculos que quedan en desuso e incluso, si no se hace bien, la
uña vuelve a crecer de forma aberrante!!!!un espectáculo horroroso) como
complicaciones psicológicas.
Si,
psicológicas… como ya decimos, a diferencia de la esterilización, el
gato sabe que “algo” ha perdido e incluso su instinto de “arañar y
rascar superficies” no es eliminado (al contrario de lo que ocurre
con el instinto reproductor en la esterilización). Es decir, el gato
quiere seguir rascando y no puede y además nota que algo ha cambiado, y
no para mejor… algunos gatos se vuelven mordedores compulsivos porque ya
no pueden usar sus uñas como defensa, otros se vuelven
asustadizos/agresivos o se pasan horas en lugares inaccesibles por miedo
a no poder defenderse. Si persisten los dolores esqueléticos, el rascar
en la arena al ir al arenero les supone dolor, y muchos empiezan a
asociar el dolor con ir al arenero…con consecuencias desastrosas (hacer
sus necesidades fuera). Un gato desungulado ya no puede estar en el
exterior y si se escapa, estará totalmente indefenso. Pero sin embargo,
muchos gatos desungulados acaban en la calle por estos cambios
psicológicos asociados a la operación…. Indefensos.
¿Y
todo esto porque se hace?. La razón más horrenda (y sin embargo una de
las más comunes) es porque “el gato estropea los muebles al arañar”.
Que
un dueño ponga en su escala de valores al sofá por encima del gato da
que pensar. ¿Quizá debería haberse comprado un furby en vez de un animal
vivo?. Tener un animal y no comprender sus instintos es una asociación
peligrosa en la que casi siempre acaba perdiendo el animal. Antes de
desungular, existen mil opciones más, para empezar, educar al gato. Para
ello se necesitan rascadores adecuados y paciencia para enseñar al
animal donde sí y donde no hay que rascar.
Un
rascador adecuado será aquel que tenga una altura mínima como el gato
estirado y sea lo suficientemente estable para no moverse. Suelen estar
hechos de sisal. Algunos tienen accesorios para motivar al gato a rascar
allí o llevan catnip (hierba gatera). De hecho, los gatos rascan con
asiduidad los lugares donde se lo pasan bien, así que jugando cerca del
rascador y premiándole cuando lo use incrementas mucho la posibilidad de
que lo haga allí. Así mismo conviene situarlos en zonas donde a él le
guste rascar (hay rascadores rinconera para sofás). También hay
rascadores horizontales puesto que hay gatos que los prefieren.
Otras
excusas algo menos aberrantes incluyen gatos extremadamente agresivos,
gatos que conviven con personas enfermas que no coagulan bien la sangre
(pueden tener complicaciones graves si el gato les araña) o gatos que
conviven con niños. En todos estos casos, además del rascador, existe la
opción de poner unas fundas a las uñas del gato. Esto se hace “pegando”
a la uña una funda que impide que el gato pueda hacer daño. Una vez
cogido el truco y acostumbrando al animal, son fáciles de utilizar. No
olvidemos también que la convivencia con gatos y
niños/enfermos/ancianos/humanos en general debe ser recíproca y han de
educarse a las personas para el contacto con gatos (saber cuado tocarlos
o no, no molestarles indebidamente…) lo mismo que hay que educar al
gato.
Ningún
veterinario que ame mínimamente a sus pacientes debería practicar esta
operación (salvo en casos realmente muy muy extremos, aunque ahora no se
me ocurra ninguno). De hecho, si yo me enterase que el vete de mis
gatos la practica, no volvería nunca más, ya que eso significa que el
veterinario solo mira por su dinero. Ya son muchos los países que tienen
prohibido por ley desungular y en muchos contratos de venta en
criaderos o de adopción en protectoras hay clausulas que prohíben esta
operación.
Países
en que está prohibida la desungulación: Inglaterra, Escocia, Gales,
Italia, Francia, Alemania, Bosnia, Austria, Suiza, Noruega, Suecia,
Países bajos, Irlanda, Dinamarca, finladia, Eslovenia, Portugal,
Bélgica, Brasil, Australia, Nueva Zelanda, Yugoslavia, Malta e Israel.
Por
último, en mi humilde opinión, si estás pensando en desungular a un
gato, es preferible que lo des en adopción a una persona responsable que
someterlo a esta mutilación. Si lo desungulas, las secuelas serán para
siempre y probablemente tengas más problemas que soluciones, aunque tu
sofá o cortinas estén intactas. Si das en adopción el gato puede sufrir
alguna secuela psicológica por el cambio, pero que probablemente sea
pasajera si en el nuevo hogar se le cuida bien. Ya que quieres cortarle
los dedos, al menos búscale una buena familia y haz un esfuerzo final.